Por: Sahyun Nim Fabián Izquierdo
Miembro del Comité para el desarrollo infantil
Muchas veces, al hablar de jugar, de utilizar juegos en una clase de Taekwon-Do, surge la pregunta, la duda acerca de si está bien o está mal, si es serio o resulta que nos estamos tomando o, peor, enseñándoles a los niños, a tomarse con poca seriedad nuestro arte.
Pero la verdad es que conviene empezar a desentrañar la cuestión, y nada mejor que empezar por hacer algunas aclaraciones.
En primer lugar, debemos conocer lo que implica el término “Juego”.
Hablo de lo que implica y no de su definición teórica, más allá de si se considera al juego como educativo per se o como una herramienta educativa, considero que lo importante es conocer las características que lo definen.
Diversos autores consideran que el juego es una actividad:
- Libre; ya que no debe suponer ninguna obligación y puede abandonarse en cualquier momento. Sin embargo, el jugar para aprender supone la existencia de reglas, pero dentro de esas reglas, todos han de sentirse libres para crear opciones para que no resulte aburrido y sea descartado.
- Delimitada; circunscripta a un límite de tiempo y espacio.
- Sometida a leyes propias; el juego exige un orden y cualquier desviación o transgresión a esa regla estropea el juego. Las reglas pueden ser establecidas o improvisadas.
- Incierta; su desarrollo y el resultado no pueden darse de antemano.
- Ficticia.
- Guarda un fin en sí misma.
- Representa un reto; si se quiere conseguir algo habrá que esforzarse y eso servirá de motivación.
- Divertida; aunque supone un esfuerzo para el cuerpo y la mente, gracias a las emociones que genera, los participantes pueden retener lo aprendido.
Si bien pueden encontrarse algunas otras características entre la extensa bibliografía existente y la lista de especialistas que escribieron al respecto, considero que con lo anterior, es posible tener una idea cabal de la clase de actividad a la que estamos haciendo referencia.
Pero además de ellas, existe una gran coincidencia acerca de que los juegos ayudan a los niños a lidiar con situaciones traumáticas o difíciles. Según numerosos psicoanalistas, en los juegos, el niño repite situaciones placenteras y también elabora las malas.
A través del juego, el niño expulsa y domina sus miedos, angustias y temores ya que actúa como una válvula de escape.
Tratándose de niños de corta edad, el juego es “su mundo”, su lenguaje, su vida.
Algunos van más allá y afirman que todo niño sano quiere jugar.
Muchos profesionales también sostienen que el juego no es una actividad complementaria en la educación. No hay una diferencia entre jugar y aprender porque cualquier juego que presente nuevas exigencias al niño, debe considerarse como una oportunidad de aprender.
La atención, la memoria y el ingenio, según los especialistas, se agudizan en el juego y todos estos aprendizajes serán transferidos a situaciones no lúdicas.
El juego lo introduce en el mundo de las ideas.
Sin embargo, el juego no suplanta a otras formas de enseñanza.
Como podemos apreciar, el juego es una actividad seria para los niños.
Resultaría, pues, un verdadero desperdicio desaprovechar tal recurso a la hora de hablar de aprendizaje, incluido el aprendizaje del Taekwon-Do.
El Juego y sus dificultades
Según el profesor de educación física Alejandro Orbelli, un experto en juegos motores y en neurociencias aplicadas al deporte, “el juego no tiene edades, tiene dificultades”.
Obviamente que la edad (la edad cronológica, aquella que se mide en meses y años es la más utilizada, sin embargo, suele no ser muy precisa) sirve como elemento de referencia, pero a lo que se refiere este profesional es que de ninguna manera la fecha de nacimiento debe sentenciar si un niño, adolescente o adulto puede o no jugar. Son las habilidades desarrolladas las que permitirán disfrutar del proceso lúdico y aprender a través de él, o no.
Continuando con el razonamiento anterior, es un hecho comprobable que un mismo juego puede ser utilizado por niños, adolescentes, adultos y adultos mayores, sólo realizando ajustes o adaptaciones en sus reglas, retos o desafíos, a pesar de las cuales el juego no debe perder nunca, las características a las que hicimos referencia más arriba.
Por este motivo, a la hora de planificar una clase infantil, es muy importante conocer en qué etapa de desarrollo psicofísico se encuentra cada alumno.
Un instructor debe saber que en una clase es posible enseñar todo a todos, sin embargo, ello no implica que debamos esperar el mismo resultado de parte de todos.
Resulta claro, entonces, que al hablar de juego en una clase infantil no nos referimos a “tiempo libre”, sino al uso de una herramienta indispensable para el natural desarrollo de habilidades de vida, sociales, de coordinación, de la mente y de aquellas indispensables en el Taekwon-Do.
Por otra parte, muchos sociólogos y analistas coinciden en que vivimos en una sociedad que vende “retos sin esfuerzos” y que está inmersa en una dinámica de “feroz competencia” de uno contra otro.
Ante esta situación, nuestra respuesta es sostener que los niños y niñas deben pasarlo bien. Deben divertirse.
Y es por esa diversión que experimenta el niño durante la dinámica del juego, que se genera una “excitación emocional positiva” que facilita el aprendizaje.
Pero todos los niños y niñas de la clase deben divertirse, no sólo unos cuantos.
Y una clase de Taekwon-Do no debe ser la excepción, me parece oportuno compartir la reflexión del Sahyun Nim Gato Gato al respecto: “La vida está llena de momentos serios que podemos adornar con humor. Aquello que los niños aprenden sonriendo, lo recuerdan con una sonrisa”.
Las neurociencias, soportan esta última afirmación.
Propuesta
Después de tanta explicación teórica, sólo resta enfatizar que el uso del juego en una clase de Taekwon-Do infantil no sólo es una posibilidad, sino que debería ser la regla.
Para ello, les propongo realizar el siguiente ejercicio.
Tomen un plan de clase general y reemplacen todas aquellas actividades consideradas “serias” respecto del aprendizaje, por otras que impliquen “juego”.
Un buen recurso es elaborar un cuadro como el siguiente:
- Objetivo educativo. Responde a la pregunta: ¿qué quiero enseñar? O, lo que es lo mismo: ¿qué quiero que aprendan? Y explico cuáles son los logros que perseguimos.
- Actividad. Responde a la pregunta: ¿cómo consigo que aprendan? ¿haciendo qué? Y explico la mecánica. Debemos recordar que el análisis debe partir de una consideración individual, personal de cada alumno.
- Requerimientos, accesorios o materiales necesarios. Responde a la pregunta: ¿con qué enseño? O ¿qué necesito para realizar la actividad? También en esta columna, podemos incluir la respuesta al interrogante ¿dónde enseño? O sea, las características del lugar o espacio necesario.
- Edades. Recordemos que más que la fecha de nacimiento, nos referimos a las habilidades alcanzadas (que se relaciona más con el desarrollo neuromotor, por ejemplo).
- Reglamento.
- Tiempo.
Después de realizar cada actividad, resulta conveniente tomar nota acerca de los resultados obtenidos, ello nos permitirá realizar ajustes para la planificación de futuras clases en pos de optimizar el proceso de enseñanza – aprendizaje.
Manos a la obra.
Fuentes consultadas:
- Curso de Juegos Motores a cargo del Profesor de Educación Física y experto en Neurociencias aplicadas al deporte, Alejandro Orbelli. Argentina.
- Jugar y divertirse sin excluir. Rosa Guitart Aced. Editorial GRAÓ, de Serveis Pedagógics. Barcelona. 1ª edición.
- Educar Jugando. Mavilo Calero Pérez.Editorial San Marcos, Lima, Perú. 1998.
- Educar en valores y aprender jugando. Aurora Muñoz Sandoval. Editorial MAD SL. Alcalá de Guadaira, Sevilla, España. 1ª edición.
- Jugar, aprender y enseñar. Noemí Aizencang. Ediciones Manantial SRL, Buenos Aires, Argentina. 2005.
- Gamificación en el aula. Neuromotricidad en el aprendizaje de las matemáticas y el lenguaje. Grupo de investigación Ne. S.A. Editorial Amazon. Pablo Del Pozo Moreno. 2019.
NICOLAS MATIAS VACA
Como puedo obtener material, además del publicado para poder mejorar en mis clases?